Este año para comenzar las vacaciones por el sur, visitamos en primer lugar Jaén, y cómo no, nos hospedamos en el parador para disfrutar de la ciudad andaluza, un alojamiento situado junto al castillo de Santa Catalina, dominando toda la ciudad, en un enclave único que fue lo que determinó que acabáramos allí.
Tengo que decir que a pesar de que el parador en sí me encantó y desde luego el trato fue buenísimo, hubo algunos detalles que no me pareció que se pudieran equiparar a un hotel de estas características y mucho menos teniendo en cuenta el precio que habíamos pagado por la estancia.
Para empezar, llegamos a recepción y tuvimos que esperar unos minutos a que apareciera alguien, porque no había nadie por allí, estaba desierta y ni siquiera tenía el típico pulsador para avisar de que estás esperando. Una vez llegó una persona a recepción la verdad es que nos atendió con mucha simpatía y después nos acompañó a la habitación, pero no se dio cuenta de indicarnos que teníamos gratuita la entrada a la catedral por una parte, y que teníamos la cena renacentista concertada por la otra. Así que tuvimos que ser nosotros los que gestionáramos más tarde con otra persona de recepción las entradas a la catedral, y una reserva para cenar.
De la habitación en sí pues comentar que lo mejor que tenía sin duda alguna era el tamaño y la terraza con que contaba con vistas a las sierra, y es que entiendo que por tratarse de un parador situado dentro de un castillo no se puede pedir una renovación total de la instalación porque no pegaría ponerle algo moderno, sin embargo, no está reñida una puesta a punto con mantener la esencia del lugar (Ciudad Rodrigo también es un castillo y en este sentido está muchísimo mejor y más arreglado).
Aún comentando lo anterior, tengo que decir que la habitación estaba perfecta, y que por la tarde, justo cuando nos íbamos a cenar, pasó la chica a abrirnos la cama y dejarnos unas almendras de buenas noches, detalle que me encantó y me recordó a los viejos y buenos tiempos de paradores, así que en este sentido muy bien.
Por otro lado tenemos el baño, que aquí sí que patina un poco una estrella porque a ver, este sí que necesitaba una reforma, tanta, que nosotros finalmente no nos quejamos porque con la presión del agua no tuvimos problema, pero resulta que la barra para la alcachofa de la ducha no era capaz de sujetarla en horizontal, así que a mí que me gusta ponerme debajo del grifo en lugar de cogerlo en la mano pues me sentó fatal el detalle. ¿Un detallito más? El secador resultó que estaba un poco descascarillado por uno de los laterales, de manera que preferí sacar el mío de la maleta, que menos mal que siempre cargo con él a todos lados, pero, ¿cómo es posible que se permita esto en un hotel de esta categoría? Todavía no lo entiendo, y me parece una pena.
¿Los puntos positivos de la habitación? No penséis que no los tenía, que tampoco era todo malo, claro que no, por ejemplo, las vistas eran inigualables, el tamaño de la habitación perfecto, con mucha amplitud y acogedora a pesar de la austeridad en la decoración, con una temperatura perfecta a pesar de la alta temperatura que hacía en Jaen, y una nota máxima a la limpieza porque todo estaba perfectísimo.
¿Lo peor de la habitación? Pues lo peor fue que nos dieron una habitación para fumador, y sin preguntar, ¿os lo podéis creer? Para empezar pensaba que estas cosas ya no pasaban y todas las instalaciones eran para no fumadores, pero resulta que en Jaén todavía hay habitaciones de fumadores donde por cierto dejan un cenicero en el cuarto de baño. Y por si fuera poco debimos tener mala suerte con los inquilinos anteriores, porque se notaba el olor a tabaco nada más entrar respecto del aire que se respiraba limpio en el pasillo, vamos, que porque era una noche, que si no hubiera bajado en el mismo momento a recepción a pedir que me hubieran cambiado de habitación.
Del restaurante me guardo la opinión para la atracción correspondiente, pero del buffet de desayuno tengo que decir que ni con creces se acerca al resto de desayunos de paradores, me pareció escaso de calidad y cantidad, por ejemplo, sólo contaban con mermelada de melocotón y miel, ¿dónde estaban la de naranja o la de fresa? Porque que yo sepa el precio del desayuno no era precisamente barato. Y algo que me decepcionó fue la fruta, donde probé sandía, melón y piña, y tengo que decir que se salvaba únicamente el melón ya que la sandía estaba un poco pasada, con lo que hubiera sido mejor no ponerla, ¡cualquier lo debería haber visto en cocina!
¿Algo muy positivo? Su gran piscina, y es que poderse bañar a los pies de un castillo es todo un lujo, y más si os pasa como a mi que estando en el agua vi como se acercaba una ardilla a un borde de la piscina para saciar su sed. Además, se cuenta con un socorrista que lleva el control de las habitaciones así como te proporciona un par de toallas por persona para acceder a la piscina.
Valoración final: es un buen parador, me sorprendió ver en la publicidad que había sido elegido como el mejor parador porque al menos para mi hay otros mejores (como por ejemplo Plasencia, que es uno donde más he disfrutado de mi estancia y que lo tenía todo para mí, incluido el bar de noche), y desde luego yo a Jaén creo que no volvería a no ser que fuera con una oferta buenísima y económica porque sinceramente creo que le sobran estrellas para el precio que se paga por la estancia.
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