El casino de Estoril aparte de ser lo más famoso, yo creo que es justo lo más turístico de la ciudad, y es que goza de un lugar privilegiado cerca del puerto dándole un toque más de distinción a esta zona de la costa de Lisboa.
Exteriormente lo que más destaca del Casino es su iluminación durante la noche, también de día es un edificio que sorprende por sus formas, pero sin duda alguna por la noche cuando se ilumina con cientos de bombillas de distintos colores es cuando más sorprende. De hecho, aún cuando no sepáis muy bien dónde está seguro que lo descubrís sin problemas durante la noche, nosotros nos topamos con él sin buscarlo apenas, ya os digo que por allí no es que haya mucho que ver.
Me sorprendió bastante en los alrededores la multitud de plazas de aparcamiento que existen, ya junto al casino hay varios parkings de pago, y justo frente a la puerta el mayor de ellos; pero además, alrededor del parque anexo al casino hay plazas de sobra para aparcar de manera gratuita, y también es posible hacerlo en las calles adyacentes sin ningún problema; vamos, que está sobradamente preparado para que nadie que tenga intenciones de pasar por el Casino encuentre pegas en cuanto a estacionar su vehículo.
Un detallito que también nos sorprendió fue que no nos pidieron identificación, no es que yo esté acostumbrada a ir a este tipo de lugares, pero recuerdo que hace unos meses en Alicante sí que nos identificaron en la entrada y nos ficharon, jeje, así que me llamó bastante la atención que en un Casino de la categoría de Estoril no lo hicieran, porque no tienen por dónde compararse estos dos casinos, la verdad.
Pero bueno, vamos a lo interesante, el casino por dentro: lo primero que me llamó la atención nada más entrar fue que el casino tuviera escaleras mecánicas al más puro estilo del Corte Inglés, pero aún así resistí la tentación de subir inmediatamente al piso superior y eché primero un vistazo a la parte de abajo.
En la planta baja encontramos toda la sección de las máquinas tragaperras más normales pero ambientadas con distintos motivos para que el visitante se deje atrapar por la que sea más de sus gusto, así vimos que había desde las clásicas de frutitas que puede haber en los bares hasta algunas con dibujos animados, plantas, figuritas, etc. El caso es que en estas máquinas había ranura para introducir directamente los billetes, y no se jugaba poco dinero, sino que esto también había que seleccionarlo a la hora de elegir maquinita. Además, al más puro estilo de Ocean’s Eleven, delante de cada maquinita encontrábamos el taburete que en algunos casos estaba ocupado por personas que en una mano sostenían el sándwich que a buen seguro sería su única cena, y con la otra mano se dedicaban a darle el botón para ir jugando partida a partida con el dinero que habían introducid previamente.
También en esta planta encontramos las mesas de póker y otros juegos de mesa, pero en este caso estaba todo totalmente informatizado y no existía una presencia física de la banca para el juego, sino que cada jugador de la mesa tenía una pantalla táctil delante donde iba viendo sus cartas y haciendo sus apuestas contra la banca. Pudimos comprobar que las figuras de los croupier se habían sustituido de manera que ahora en lugar de estar en las mesas había gente encargada de la seguridad y de que todo estuviera en perfectas condiciones dando vueltas por todo el casino, vamos, a fin de cuentas, de que no se produjera ningún desorden.
Algo a destacar en esta planta además es el bar, estaba situado más o menos hacia la mitad del edificio en un pequeño pozo con desnivel de unos tres escalones respecto del nivel de piso por donde accedes al interior y era de último diseño con unos sofás muy curiosos que permitían estar sentado espalda con espalda con otra persona, etc. Y junto a la entrada habían colocado un ajedrez con figuras a tamaño hombre que también llamaba mucho la atención.
La planta superior, mucho más exclusiva, estaba dividida en dos secciones: primero una exposición de cuadros de rostros de personas famosas pero con la técnica del punteado y en algunos casos con líneas concéntricas, y os puedo asegurar que el resultado era muy sorprendente de lejos donde el ojo era capaz de reconocer perfectamente la cara, mientras que de cerca parecían más líneas y puntos que un rostro humano; y por otra parte había otra sala de juego que contenía tanto juegos de mesa como máquinas tragaperras, pero además aquí se encontraba el acceso a una zona VIP exclusiva con su propio control de entrada. Nosotros no intentamos pasar, pero doy por supuesto por la vigilancia que había en la puerta que seguramente no podrá acceder cualquiera.
En lo personal, la visita al casino me pareció curiosa porque siempre me llama la atención cómo la gente puede perderlo todo a la velocidad del rayo sin ser consciente de ello, además, en este casino en concreto la visita es interesantísima porque uno descubre lo último en tecnología y en trato al cliente. Nunca pensé que ya hasta se eliminaran los croupiers de las mesas sustituyéndolos por un ordenador, algo realmente increíble, ¿dónde vamos a llegar?
Y por último deciros que es posible reservar una mesa en el restaurante del casino con espectáculo incluido, en nuestro caso no lo hicimos porque el menú no nos gustaba demasiado pero el precio era muy ajustado y fue una pena no poder disfrutar de un espectáculo con la fama que tiene por allí Estoril y su casino, en fin, tendrá que ser en otra ocasión.
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