El Monte Serantes lo tengo tan cerca de casa que durante años he estado subiendo siempre el día de Cornites, que aquí se celebra justo el lunes después de la Semana Santa, y donde es costumbre que todos subamos con nuestro bokata a pasar el día.
Hace unos meses, decidimos subir otra vez aprovechando que no todo el mundo que vive por aquí le presta la atención suficiente como para pasar por su cima, así que a pesar de que el día iba a ser de altas temperaturas no dudamos y nos fuimos para allá más pronto que tarde.
La subida, que se puede hacer bien a través del propio monte o bien a través de una pista asfaltada, no resulta tan dura si estás más o menos acostumbrado a hacer algo de deporte, aunque en mi caso concreto, y teniendo en cuenta la temperatura que hacía, pues bueno, me costó un poco más de lo que me esperaba (directamente por la ladera, eso sí).
Lo mejor para los menos acostumbrados al monte, sin duda alguna, es que puedes descansar en varios puntos mientras subes, y bueno, además una vez llegas a algo más de la mitad, te encuentras con una zona de barbacoas donde incluso podrás contar con una fuente donde refrescarte un poco. Además, en esta zona es donde se celebra la romería de Semana Santa, y donde suele quedarse la mayoría de la gente para almorzar.
Y por último, en lo que sería la cima pues hay que tener en cuenta que puede que haga algo de viento y nos obligue a estar más alerta que durante la ascensión, sobre todo si vamos con niños más pequeños. Además, esta parte sí que me parece que tiene bastante pendiente para hacerla directamente campo a través, por lo que en caso de ir con pequeñajos yo recomiendo que para este último tramo se haga uso de la pista asfaltada por considerarla más segura.
¿La recompensa tras la subida? Pues en este caso no hay mejor recompensa que disfrutar de las increíbles vistas de El Abra, de Santurtzi, Las Arenas, Getxo, Portugalete, y más allá de todo el valle de Zierbena con la zona minera a un lado.
Yo, que tenía un recuerdo ya de años atrás, la verdad es que me sorprendí con lo que había cambiado la zona, y desde luego me asusté con lo que habíamos sido capaces de construir en todo este tiempo, pero aún con todo, merece la pena muchísimo hacer esta pequeña excursión de media mañana y conocer uno de los montes que tenemos más a mano por aquí y que normalmente dejamos pasar más desapercibido.
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