Mi primera idea cuando empecé a plantearme las vacaciones por Portugal era no pasar por Óbidos, ya que a pesar de que había leído y visto fotos de un pueblo medieval muy cuidado que estaba segura de que me iba a gustar; pues leyendo un poco más allá lo que todo el mundo recomendaba era huir de allí en verano ante la llegada masiva de turistas.
Finalmente, sin embargo, sí que decidimos pasar por allí ya que según la ruta que habíamos trazado para el día nos daba tiempo de sobra y la verdad es que nos apetecía. Sin duda, también nos animó en cierto sentido el hecho de que durante el fin de semana que pasaríamos por allí se celebraba allí un mercado medieval montado directamente haciendo uso de las murallas y de algunas viviendas típicas del lugar.
La llegada a Óbidos es comodísima y está muy bien indicada la salida en la autopista que va por la costa desde Coimbra hacia Lisboa, por lo que en menos tiempo del esperado (porque íbamos desde Nazaré) nos presentamos allí, y enseguida ya desde la autopista reconocimos la muralla de la ciudad a lo lejos.
El mejor sitio para aparcar creo que es un parking de estacionamiento limitado y pago pero baratísimo, y que está situado a escasos metros de la entrada a la ciudad amurallada; y encima, pese a que se celebraba el Mercado Medieval y había muchísimos autobuses tuvimos la suerte de poder aparcar allí sin demasiada complicación, claro que serían aproximadamente las 11h de la mañana, supongo que si se acude más tarde sí que habrá problemas de aparcamiento, pero de todos modos ya veis que tampoco es necesario madrugar demasiado.
Si no tenéis información sobre el trazado del pueblo, la muralla y los edificios visitables, allí mismo, junto al parking hay una oficina de turismo donde tienen unos folletos muy pequeños en distintos idiomas para hacer la visita por el interior de la muralla; aunque para ser sincera, nosotros ni lo miramos más que al comenzar a andar, porque luego el Óbidos amurallado no resulta demasiado grande y lo especial pues es pasear por sus calles, y descubrir sus rincones para después finalizar la visita contemplando las vistas desde la muralla (al estilo de lo que se puede hacer cuando se visita Carcasonne).
Lo que más puedo destacar, por ser lo que más me gustó de la vista del recinto amurallado, es el hecho de que salvo raras excepciones todas las casas se encuentran pintadas en color blanco y con tejados colorados; y además, en muchos casos guardan perfiles azules o amarillos para sus puertas y ventanas dándole un aspecto muy homogéneo al pueblecito.
También me llamó bastante la atención el hecho de que la muralla presenta una forma digamos como de barco, acabando en una torre por uno de sus lados tras una muralla bastante longitudinal, y por el otro en una actual pousada que antes fuera el Castillo de Óbidos. Además, os recomiendo realizar el recorrido por la muralla, aunque con mucha precaución porque no dispone de barandillas y en algunos casos las piedras resbalan por estar ya muy pulidas; eso sí, para personas con vértigo no recomiendo acceder a la muralla por la zona junto al Castillo, ya que está bastante empinada y nos cruzamos con algunas personas que iban literalmente pegadas a las almenas.
Y la mejor recomendación que creo que puedo daros es la de probar el típico licor de cereza salvaje conocido como Ginja, os puedo asegurar que está riquísimo.
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