Punta del Raz

La punta del Raz es uno de los lugares que hemos visitado en la bretaña francesa, en concreto, está situado en la parte oeste del país, y si no me equivoco presume de ser la punta más occidental del país, por lo que llegar allí se vende como llegar al fin del mundo, del francés claro, ya que todos hemos estado o al menos conocido nuestro Finisterre en España, el cabo da Rota de Portugal, etc.



El caso es que fijaros la importancia del lugar que ya en Quimper uno se encuentra señales en la carretera que te animan a visitarlo marcando el simbolito de panorámica espectacular, así que bueno, si no llevas GPS no es difícil llegar, y si lo llevas podrás buscar directamente la atracción en el TOM TOM, ya que al menos a nosotros nos aparecía.

Como podéis imaginar lo que se puede ver allí es un tremendo paraje natural azotado por el viento y con una estupenda visión de acantilados y faros en esta costa que presume de ser de las más peligrosas, de ahí la cantidad de faros colocados mar adentro. En nuestro caso concreto después de haber visto varias fotografías del lugar en folletos nos apetecía bastante la visita ya que somos del Cantábrico y eso se nota.

El caso es que nada más llegar al lugar encontramos con una señalización de pago del parking por 6€, lo cual ya nos pareció un abuso, pero es que por si no nos hubiéramos calentado ya lo suficiente con esta tomadura de pelo, resulta que avanzamos un poco más y vemos una señal con tres muñequitos, cada uno de ellos con una bandera: la inglesa, la francesa y la alemana y escrito en letras bien grandes FREE, KOSTENLOS, vamos, todo un detalle de los franceses con sus vecinos del norte, pero, ¿y qué pasa con el resto de países?... 
Imagino que podéis haceros idea de la cara de tontos, fue tal, que lo que hicimos fue decirle a la chica del control que queríamos dar la vuelta y salir del parking, así que nos dio un papelito para entregar en la otra salida, que es donde se paga, y decidimos ir a buscar aparcamiento por el pueblo que queda junto al acantilado.

Si pensáis que con esto todo arreglado, pues para nada, ¿y por qué? Pues porque todos los vecinos han sido muy cuidadosos en poner plaquitas de prohibición de aparcamiento en sus fachadas y junto a sus jardines así que el sitio más cercano que encontramos estaba a una distancia digamos interesante del lugar, sobre todo teniendo en cuenta la graciosa cuesta que además tendríamos que salvar, en fin, que más cansados de lo que hubiera sido deseable acabamos pero lo que es un € por el coche eso sí que no pagamos, ¿o se pensaban que íbamos a pagar nosotros lo de todos? Además, ¿cuál es el problema? ¿No contaminan los coches franceses, ingleses y alemanes como los españoles o suizos? ¿O es que ellos no tienen por qué colaborar con el donativo a la conservación de la zona? Vamos hombre, como digo me pareció auténticamente jeta y encima un precio totalmente abusivo para una media hora que aguantas en el lugar.

Una vez se accede a pie hay dos posibles senderos para llegar, uno bastante incómodo que va justo por la mitad del saliente al mar y por tanto es bastante seguro, y otro que bordea el acantilado y es más aéreo, así que en un día tan ventoso como el que tuvimos nosotros nos decantamos por el más seguro, que además era el más corto (unos 4 kilómetros entre ida y vuelta). ¡Ah!, para los que tengan problemas en andar por 1€ se puede coger una especie de furgoneta que ellos decían que era eléctrica pero a nosotros nos sonó a motor de diesel y que te lleva desde la zona de restaurantes y tiendas hasta el faro situado en la punta.


En sí, el lugar merece una visita por el impresionante acantilado que veréis justo en la punta, eso sí, con un día despejado y menos viento tiene que gustar aún muchísimo más y con una puesta de sol pues ya ni os cuento. En nuestro caso, justamente ese día terminó lloviéndonos por la tarde así que no tuvimos más remedio que aguantar las nubes por la mañana pero si nos gustó aún así imagino que lo hubiéramos disfrutado muchísimo más con sol.
De todos modos, haga el tiempo que haga es posible caminar un poco por las piedras siempre desde la responsabilidad ya que allí no hay protecciones sino que está dejado a la naturaleza, y para familias con niños pues hombre, siempre que se sepa tener al niño de la mano en todo momento lo recomendaría pero para niños muy movidos y que les cueste mucho estar de la mano creo que es mejor prescindir de la visita porque podría ser peligroso.

Si vuelvo a Bretaña creo que volvería al Raz, y más allá del Raz volvería a una playa que queda a mano derecha con una pinta estupenda y una arena blanca perfecta para disfrutar del sol. Por cierto, los amantes del surf encontrarán en esta playa un paraíso, así que avisados quedáis.

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