La situación del parador es inmejorable, justo en el casco urbano de Artíes y con un amplio parking reservado exterior que se complementa con un garaje cerrado por un precio de 12€ la parcela (o gratis si dispones de la tarjeta AMIGOS de paradores). Además, sobra decir que las señales típicas de acceso al parador están colocadas muy visibles ya desde la rotonda de acceso a Artíes en la carretera de Baqueira.

El edificio me pareció bastante chulo, lo primero decir que exteriormente Artíes es todo un conjunto estético de casas de montaña en piedra, tejados de pizarra y ventanas en madera. El parador cumple a la perfección con esta arquitectura, y de hecho, se ha construido anexado al edificio original que ahora mismo alberga los dúplex y la cafetería en la antigua Hostería Gaspar de Portolá.
Interiormente el parador es muy acogedor, con varios salones para descansar después de un día en la nieve o después de un día haciendo senderismo (como en nuestro caso), y con una chimenea al fondo.
En nuestro caso la habitación era estándar con cama de matrimonio y la verdad es que nos llamó la atención que en este caso tenía un tamaño inferior a lo habitual en los paradores, aunque comprobamos en el plano que todas las habitaciones eran de características similares en cuanto a tamaño y mobiliario.
Nada más entrar de frente encontrabas la cama (de primera calidad y comodísima) bajo la forma del tejado de pizarra exterior, y a ambos lados un par de mesitas oscuras a juego con el embellecedor de la cama. Eso sí, al lado izquierdo no habían renunciado a colocar dos sillas orejeras en torno a una mesita baja de madera oscura a juego, y un armario empotrado con bastante capacidad.
Un detalle que no me gustó demasiado fue que junto a la puerta, a mano izquierda, quedaba colocada una televisión grande de plasma sobre el mueble que contenía el minibar, y que me pareció también algo peor en cuanto a contenido que en otras ocasiones. La sensación es que la televisión ahí no ofrecía una imagen digamos muy estable, sobre todo teniendo en cuenta que el interruptor de la luz quedaba situado tras la televisión.
En cuanto al cuarto de baño, pues completo como siempre; y como detalle a destacar el hecho de que el radiador de la calefacción tenía en su parte central un pequeño colgador extraíble que nos vino genial para colocar los bañadores después de pasar por la piscina climatizada.
Cabe destacar que sobre la encimera de madera había colocados dos pequeños lavabos muy cucos, y como siempre la bandeja de amenities habitual en los paradores con: champú, gel, colonia, crema hidratante, acondicionador del pelo, gorro de ducha, clínex, peine, calzador y limpia zapatos.
En general la impresión sobre la habitación fue buena, pero también es cierto que se le veía algo viejilla, por ejemplo, había una zona del suelo justo donde quedaban los sillones que aparecía muy marcada por las patas (esto se solucionaría con una pequeña alfombra rectangular que cubriera la zona); la puerta del cuarto de baño tenía algún desperfecto en su parte baja (supongo que de golpearle con la fregona), y en alguna zona la pared de la habitación tenía alguna marca. Eso sí, todo estaba muy limpio y estuvimos muy cómodos.
La atención en el restaurante durante los desayunos me pareció adecuada, aunque hay que decir que el comportamiento de los camareros fue correcto, sin excesiva simpatía, o digamos que con la simpatía bien medida.
En cuanto a la variedad y la cantidad pues perfecta, con bastante variedad en embutidos, bollería, fruta y lácteos. Quizá algo menos en lo que se refiere a platos calientes, ya que en lugar de poner las típicas fuentes por ejemplo con bacon, habían colocado pequeños platos con raciones individuales y tortilla troceada en pequeños cuadraditos.
De los dos desayunos que disfrutamos, decir que uno de los días que bajamos más tarde a desayunar fue algo más flojo porque se habían terminado los panecillos y tuvimos que conformarnos con una barra rústica, por ejemplo; además, escaseaban las fuentes de fruta y no quedaba absolutamente nada de variedad en cuanto a yogures. La sensación particular fue que para las 10.30h (el desayuno era hasta las 11h) dejaron de reponer en condiciones las planchas del buffet así que tuvimos que adecuarnos a lo que había.
También probamos la cena el sábado en el parador, ya que por comodidad (y por temperatura exterior) preferimos quedarnos allí mismo y pasar frío por la calle buscando algún restaurante. El servicio fue muy atento aunque se les pasó traernos las bebidas y las tuvimos que reclamar una vez nos trajeron los platos principales. Y en cuanto al tiempo de preparación pues no considero que fuera demasiado, la verdad es que el ritmo de trabajo en general del servicio de restaurante ha sido muy bueno.
Destacar la rejilla de chocolate con mousse de naranja para el postre, riquísima; y de los platos principales pues puedo deciros que el bacalao sobre verduritas y el rape con langostinos estaba buenísimo. No tuvimos hueco para tomar café, y de hecho, casi nos costó hacer hueco para terminar con el postre.
Aparte del restaurante tenemos la cafetería, donde también sirven platos para cenar, situada en la parte antigua del parador, en la antigua hostería, y es un rincón súper acogedor por el ambiente que presenta con una decoración mucho más rústica, de montaña al 100%; además, destacar que tiene varios saloncitos muy tranquilos para descansar o tomar un refresco sentados en uno de los sofás.
Los servicios extras del parador, están situados en la planta 1, y son principalmente: una sala de juegos con billar, futbolín y la máquina de juego a dos y fichas que consiste en encajar la ficha en la “portería del contrario; un gimnasio; sauna en cada vestuario (hombres y mujeres por separado), servicio de masajes y piscina.
En este caso, la piscina de verano ya estaba cerrada pero disponíamos de la piscina climatizada, y vaya si estaba climatizada; nada menos que a 30º. Además, lo más destacable de la piscina es que se trata del mismo pozo para la exterior y la climatizada de manera que si eres valiente puedes salir al exterior nadando y disfrutar de una temperatura bastante baja dándote en la cara mientras mantienes el resto del cuerpo dentro del agua a 30º.
Después de pasar por allí, si algo me ha quedó claro es que el disponer de una buena piscina y de salones de estar es fundamental en un hotel de esta zona. Así que siempre puede buscarse una oferta que haga frente al precio que suelen tener los paradores, ya que es uno de los lugares que te dejan ganas de volver con el invierno ya entrado para disfrutar de esa chimenea, y la piscina con todo el exterior teñido de blanco.
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